sábado, 24 de noviembre de 2012

Análisis coyuntural de la política de drogas y posicionamiento de AREC frente al procesamiento del ex jefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognolli.


Análisis coyuntural de la política de drogas y posicionamiento de AREC frente al procesamiento del ex jefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognolli.

 

 

El procesamiento del Jefe de la Policía de la Provincia de Santa fe, Hugo Tognolli por involucramiento con el tráfico de sustancias ilícitas es una prueba más de la ineficacia de la actual ley de estupefacientes 23.737 y la implicación profunda y de larga data de las fuerzas de seguridad en el narcotráfico. La remoción y procesamiento de Romero, Jefe de la ex drogas peligrosas y otros 22 agentes por delitos relacionados, es otra muestra de esto.

Exigimos que se esclarezca el caso, y que la investigación alcance a todos los implicados.

Es imperativo poner límites al autogobierno policial que originó este problema que es de una gravedad Institucional inusitada.

Tienen que colaborar todos los sectores políticos, que exista fiscalización social y participación de Asociaciones Civiles y ONG's. Debemos comprometernos todos los actores para coordinar un plan de acción que reforme estructuralmente a la policía de la provincia. Que se profesionalice la carrera policial, con mejores sueldos, equipamiento adecuado y formación consistente en Derechos Humanos. Se debe rediseñar el sistema de seguridad pública y policial y que se produzca una intervención civil de la fuerza. Está a la vista el riesgo institucional de dejar todo en manos de la propia policía. Una policía judicial, independiente de la corporación policial, compuesta por civiles, que sea la encargada de investigar la corrupción y violencia institucional.

El fenómeno del narcotráfico enquistado en la sociedad no está constituido sólo por una institución policial corrompida. En nuestro país, según un estudio de la ONU en la frontera Argentina, un kg. de cocaína cuesta entre USD 2600 a 7000 y el kg. de marihuana USD 200 a 300, para sostener el consumo en los centros urbanos, se necesitan de grandes inversores. Los empresarios responsables de estas inversiones también realizan otro tipo de actividades económicas para lavar el dinero (ej: negocios inmobiliarios, concesionarias, etc). Estos grandes montos de dinero requieren para su blanqueo de numerosos bancos, empresas de seguridad privada para su traslado, y profesionales universitarios para su administración (contadores, abogados, empresarios). Y también la complicidad de ciertos sectores del Poder Judicial, que ya sea por omisión o directamente por complicidad, no investigan las cabezas de las organizaciones.Del “soldadito de bunker” al las grandes instituciones, pasando por el gran empresario y el policía en jefe, la red de complicidad atraviesa todas las capas sociales y grupos etarios. Pero la investigación seria sobre el narcotráfico debe apuntar arriba. A las instituciones -estatales y no estatales- y a los dueños de los grandes capitales implicados.

La problemática del narcotráfico es global, trasciende las fronteras de nuestra provincia o de Argentina. La guerra contra las drogas ha resultado inefectiva en relación con los objetivos explicitados, la disminución de la oferta y la demanda, y ha producido la penetración del Estado por redes criminales en constante crecimiento. Y la criminalización del consumo de sustancias ilícitas ha agravado el deterioro social relacionado con la problemática, manifestado en récord de encarcelamientos, estigmatización y costo en vidas humanas.

En México, alumno modelo de “la guerra contra las drogas”, la estrategia de enfrentamiento por la vía armada dejó un saldo de 50.000 muertos en 6 años.

Los países que han adoptado políticas decriminalizadoras o de tolerancia, desde diferentes enfoques, han tenido mejores resultados en relación a la disminución del abuso de sustancias, como Holanda, Portugal o Uruguay. Estos dos últimos están debatiendo proyectos para la legalización y regulación del cannabis por parte del Estado, “disputándole el mercado al narcotráfico” en términos económicos, según palabras del propio Presidente de esa nación.

Este es un momento histórico para modificar el paradigma en políticas de drogas. La revalorización de la política nacional y el avance en función de los intereses autónomos económicos y sociales nos permite cuestionar como región la validez de una guerra cuyos objetivos son insostenibles y contradictorios.

La división actual entre medicamentos legales y drogas ilegales obedece a los intereses hegemónicos del imperio y la corporatocracia producto del devenir histórico; no tienen que ver directamente con las cualidades farmacológicas de las sustancias. Según revisiones científicas actuales las drogas están clasificadas falazmente de acuerdo a su toxicidad. Esta división falaz que deriva de la conveniencia de los actores institucionales y no de la naturaleza en sí de las drogas como objeto, o sea que tan tóxica para el individuo o su relación con el trabajo, familia u otras actividades sociales. La relación simbólica producto de los intereses hegemónicos está fundada en prejuicios y estereotipos, es funcional al poder fáctico y reproduce situaciones de vulneración de los derechos humanos.

 

En Argentina es mayoritaria la desinformación sobre las sustancias ilícitas. Esto no es casual, sino producto de leyes como la signada por López Rega con la sanción de la ley 20.771, profundizando estas políticas en la dictadura cívico militar, que en muchos casos fue la encargada de diagramar las futuras rutas de cocaína y marihuana de nuestro país. Así como el fortalecimiento y “democratización” de la corrupción policial en el neoliberalismo menemista, que junto a la maquinaria de propaganda de la guerra contra las drogas, colonizaron el imaginario social. La educación laica y basada en evidencia científica son fundamentales para llevar proporcionalidad a la visión social del consumo de sustancias psicoactivas.

La prohibición del consumo de sustancias ilícitas aumenta el daño de los tóxicos en sí. Es conveniente quedarse con el concepto de que cuanto más tóxica es una droga de consumo humano peor es el resultado de la prohibición de su consumo, teniendo al alcohol y la ley seca como ejemplo histórico. Y si atendemos a la toxicidad específica de la sustancia, estudios científicos multicriterio actuales evalúan que la droga de consumo humano más tóxica y peligrosa es el alcohol, no habiendo correspondencia entre la peligrosidad de las diferentes drogas (personales y sociales) en relación su clasificación en la “lista de sustancias controladas” de la DEA. El tabaco también tiene un potencial de dependencia y de daño mucho mayor que sustancias hoy ilícitas. Dicho de otra manera, la clasificación actual de las sustancias psicoactivas de acuerdo a su toxicidad casi no guarda relación con la toxicidad real (personal y social) que produce su consumo, de acuerdo a los datos científicos y estadísticos actuales.

Al poner el acento en la personificación y demonización de la droga y el “combate” de la “guerra contra las drogas”, se desvía la atención de una posible solución más compleja, basada en la prevención, la inclusión social mediante el acceso a la educación, trabajo, salud, libre acceso a la información, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables. El origen de la adicción es multicausal y una de las formas de intervenir sería mediante políticas públicas que corrijan los desajustes socioeconómicos de las sociedades contemporáneas. Estas deberían ser integrales, orientadas fundamentalmente hacia la educación, el desarrollo, el respeto por los derechos humanos y la salud pública; generando acciones que desalienten el consumo de sustancias, fomenten la prevención y promoción de la salud, atiendan la realidad de cada comunidad.

Reclamamos el urgente debate y aprobación de la ley de Prevención y Tratamiento de las Adicciones. En este sentido se debe profundizar en toda Argentina iniciativas como la de la Cátedra Zaffaroni de la UBA para articular acciones que mejoren la empleabilidad de las personas en proceso de tratamiento por el consumo de sustancias psicoactivas. También la iniciativa del Senador Salvador Cabral de impulsar una ley de regulación del cannabis similar a la que se presentaría Uruguay.

Se debe priorizar el tratamiento legislativo de la ley de drogas y la modificación del código aduanero, que aún sigue considerando a los adictos criminales, y por ende vulnera su acceso a la salud, derecho humano básico. Existen proyectos presentados de modificación de todo el arco político, que darían herramientas básicas para modificar el status quo en virtud de un menor costo social e Institucional.

 

Pero aún en las condiciones ideales de vida, el ser humano recurre a determinadas sustancias (algunas de ellas prohibidas), por motivos diversos, desde narcisismo y disfrute estético, búsqueda de paz o de energía, o reconexión con lo espiritual o lo ancestral. La mayoría de los consumidores de sustancias ilícitas no tienen un trastorno de adicción, son usuarios.

Por ello sostenemos que la única manera real de terminar con el problema del narcotráfico en respeto de los Derechos Humanos es regular el acceso a todas las sustancias hoy ilegales

La responsabilidad del Estado Argentino es llevar el debate al seno de los organismos internacionales como la CELAC o la UNASUR, para idear formas de regular el acceso como bloque regional. La regulación de todas las drogas es la única manera de terminar con el narcotráfico, y es una tarea que involucra a múltiples actores de la región. En el caso del cannabis, el cultivo personal y también colectivo, en forma de asociaciones de autocultivadores, puede contener la mayor parte de la demanda. En el caso de otras drogas, los Estados y las Organizaciones Sociales deben darse un debate profundo para imaginar maneras posibles de regulación: desde clubes cerrados de consumidores que producen determinada droga para consumo personal sin fines de lucro y con fiscalización estatal, hasta producción, distribución y venta a cargo del Estado por medio de farmacias regulares o especializadas. En el caso de la producción con fines de lucro la participación en estos procesos por parte del Estado puede pensarse desde una fuerte regulación hasta el control total del proceso de producción y distribución.

Esta aproximación, que puede resultar escandalosa para algunos, es lo que en realidad ocurre; hay un Terrorismo de Estado que regula el tráfico de drogas y alimenta sus cajas negras. No hay lugar en la sociedad donde no se acceda a las sustancias ilícitas; la máxima expresión de control por parte del Estado, las cárceles de máxima seguridad, son permeables a las drogas ¿es racional pensar lograr éxito en nuestra sociedad mediante la vía punitiva?

Con la regulación se evitarían los nichos de corrupción en las Instituciones y se podría disponer de amplio financiamiento para la redistribución, inversión social y desarrollo. Y sería una manera efectiva para que el Estado pueda abordar al consumidor problemático, contenerlo, brindarle un canal que pueda vehiculizar las carencias que intenta llenar con sustancia, además de hacerlo visible y posibilitar su integración.

La regulación dificulta el acceso; es hoy más fácil para un adolescente conseguir cocaína o marihuana que morfina u otras drogas reguladas. El mercado negro no distingue ni protege a las poblaciones especiales, un acceso correctamente regulado sí. Los países que despenalizaron el consumo tienen menos abuso que los países prohibicionistas.

Por otro lado la mayoría de los consumidores de drogas ilícitas son usuarios, no manifiestan daño personal o social significativo por su consumo, más allá del posible estigma y riesgo legal. La Corte Suprema de Justicia de la Nación con su fallo del 2009 consideró que el consumo de cualquier sustancia está amparado en el principio de reserva de nuestra Constitución Nacional (Art. 19 CN), y en el principio del libre desarrollo de la personalidad del Art. 22 la Declaración Universal de los Derechos Humanos también lo resguarda. Si consideramos que esta práctica está inscripta en los derechos naturales es deber de los Estados asumir la regulación de todas las sustancias psicoactivas.

Argentina es un ejemplo para el mundo en relación a la jerarquización y desarrollo de Derechos Humanos, el juzgamiento de los crímenes de la última dictadura cívico-militar, la procura de verdad, memoria y justicia. Es éste el momento donde el espíritu de los tiempos nos desafía a buscar nuevas formas de regular la relación de nuestros pueblos con las sustancias psicoactivas. Y es aquí donde Argentina, en virtud consolidacion democratica y el acrecentamiento de la autoconciencia nacional, tiene la oportunidad histórica de idear y producir políticas de drogas que den el marco a formas de relación más racionales, eficaces y respetuosas de los derechos humanos.

 

 

 

Comisión Directiva de AREC

 

Direccion web: www.arec.com.ar

Email: contacto@arec.com.ar

 

  


Situada en la ciudad de Rosario, AREC es una asociación ciudadana interdisciplinaria sin fines de lucro, plural y horizontal, que aboga por la militancia y la lucha para la implementación de un nuevo paradigma en políticas de drogas que permita avanzar hacia un modelo social y estatal más inclusivo, humanista y democrático, basado en un discurso científico actualizado y veraz que respete los derechos humanos y las garantías constitucionales de los ciudadanos.

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