sábado, 9 de junio de 2012

Segunda Audiencia Pública de Comisiones de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico, de Derecho Penal y de Derechos Humanos para la discusión por una nueva Ley de drogas, ponencia de la Asociación Rosarina de Estudios Culturales (AREC).

           Disertante: Lic. Pablo A. Ascolani*



Como reflexionamos en estas dos jornadas, la guerra contra las drogas, y una de sus características principales, la criminalización del consumo de sustancias ilícitas, ha resultado inefectiva en relación con los objetivos explicitados, la disminución de la oferta y la demanda. El endurecimiento de las políticas públicas sobre sustancias ilícitas ha agravado el deterioro social relacionado con la problemática manifiestado en la  penetración y corrupción del Estado por redes criminales en constante crecimiento, récord de encarcelamientos, discriminación, marginación y exclusión. Los países que han adoptado políticas decriminalizadoras han tenido mejores resultados en relación a la disminución del abuso de sustancias, como Portugal, Holanda o Uruguay.

Noam Chomsky hizo esta reflexión recientemente, “No creo que la guerra contra las drogas sea un fracaso: tiene un propósito diferente al anunciado”, dijo. La guerra contra las drogas es todo un éxito para estados unidos y un rotundo y sangriento fracaso para el resto. Un éxito que les permitió adquirir una presencia político-militar global, y por otro lado controlar el flujo de dinero procedente del narcotráfico por medio de la DEA y los bancos americanos, cuyo control fiscal es laxo se y se afloja aún más ante la necesidad de dinero fresco producto de la crisis económica mundial.

En este momento histórico donde se revaloriza la política nacional y se avanza en función de los intereses autónomos en aspectos económicos y sociales, y ya no del dictado del FMI, el Banco Mundial o USA, vale la pena cuestionar la validez de una guerra cuyos objetivos se tornan cada mas insostenibles y contradictorios. Y la misma base en donde está sustentada esta guerra, las listas de sustancias controladas. Esta división sitúa en la lista I las sustancias más peligrosas, incluyendo aquí al cannabis y a los enteógenos[i], sustancias de bajísima toxicidad, bajo potencial de abuso e interesante potencial terapéutico en patologías para las que la ciencia hoy no tiene respuesta.

El porqué de esta irracionalidad radica en que la división actual entre fármacos legales y sustancias ilegales obedece a determinados intereses hegemónicos del imperio y la corporatocracia formados en la dialéctica de la historia y la geopolítica, no tienen que ver directamente con las cualidades farmacológicas de las sustancias. Es una división deriva de la conveniencia de los actores institucionales y no de la naturaleza en sí de las drogas como objeto. La relación simbólica producto de los intereses hegemónicos está fundada en prejuicios y estereotipos, es funcional al poder establecido y reproduce situaciones de vulneración de los derechos humanos.

En Argentina, la desinformación sobre el tema de las sustancias ilícitas es producto de un devenir legislativo signado por Lopez Rega, la dictadura cívico militar y el neoliberalismo menemista. Producto de esto es la enorme desinformación existente, y la educación laica y basada en evidencia son fundamentales para llevar  proporcionalidad a la visión social del consumo de sustancias ilegales.

La prohibición del consumo de sustancias ilícitas aumenta el daño de los tóxicos en sí. Es conveniente quedarse con el concepto de que cuanto más tóxica es una droga de consumo humano peor es el resultado de la prohibición de su consumo, teniendo al alcohol y la ley seca como ejemplo histórico.

Aclarado que nuestra posición en no penalizar el consumo de drogas independientemente de su toxicidad, en relación a la división falaz de sustancias, nos vamos a referir a los cannabinoides. Estos son compuestos eficaces y seguros para sus usos vigentes; nauseas y vómitos asociados a quimioterapia, el aumento de ingesta calórica y peso en síndromes de emaciación por cáncer avanzado y VIH y dolor neuropático y espasticidad asociado a esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas que cursan con esos síntomas. Esta eficacia y seguridad está probada de acuerdo a los requerimientos de la ciencia actual, es decir mediante ensayos clínicos doble ciego comparado con placebo o sustancia de referencia, randomizados o cruzados. Instituciones de máxima jerarquía y expertos de todo el mundo lo avalan.

Uno de los estándares de derechos humanos más importantes es el derecho a la salud. En mi práctica clínica todos los días me enfrento con el sufrimiento de pacientes que podrían verse beneficiados por el uso de cannabinoides. Ahora mismo mientras hablamos hay miles de compatriotas argentinos sufriendo, cuyo dolor se podría ver aliviado. Las personas que van a decidir sobre el acceso a la marihuana terapéutica no pueden perder de vista esto.

El estado debería articular la producción de cannabis medicinal o extractos estandarizados de cannabinoides y dispensarlos a través de sus efectores públicos a los pacientes que lo necesiten. Una articulación entre universidades permitiría seguir investigando sus usos, que no es atractivo para la industria farmacéutica porque no se puede patentar estas sustancias que acompañan al hombre desde siempre. En Argentina donde trabajamos seriamente sobre el uso racional de medicamentos, y priorizamos los medicamentos esenciales, la marihuana tiene que llegar a ser un medicamento esencial. Está comprobado que la marihuana de grado medicinal es útil, eficaz y segura para tratar diversos síntomas. Ahora depende del Estado que esté disponible y accesible, disponible en cualquier farmacia, institución asistencial o centro de salud, y que haga además su precio accesible, terminando de configurarse como medicamento esencial.

Llegado a este punto, donde nos preguntamos sobre el eventual efecto del consumo de cannabis en poblaciones, quería aclarar algunos puntos. No hay ninguna prueba científica de que el cannabis produzca psicosis, y el estudio más importante que se hizo sobre esa relación da un resultado negativo. Está contraidicado en psicóticos o personas con alteraciones mentales, es una contraindicación. Pero si queremos proteger a una población especial, mal hacemos prohibiendo. Es más sencillo conseguir cocaína o marihuana que fármacos que se adquieren con triple receta archivada.

Tampoco fumar marihuana causa cáncer de pulmón ni epoc, de los que el tabaco es principal causante. Pero de lo que les quería hablar de dos estudios importantes, uno del 2009 que determina que fumar marihuana es protectivo ante el cáncer escamoso de cabeza y cuello, es decir disminuye la incidencia de este tipo de cáncer.[1] En otro estudio poblacional se observó que, ajustando posibles factores de confusión como los socioeconómicos, laborales y comorbilidades, los usuarios de Cannabis tienen una prevalencia menor (ajustada a la edad) de diabetes mellitus.[2] Estos datos aumentan la irracionalidad dela prohibición de una sustancia con valiosos usos terapéuticos y toxicidad ínfima. Aquel que no haya leído sobre estos temas en los último tres o cuatro años le recomiendo que lean la nota “Cannabis y psicosis” y “cannabis y aparato respiratorio” de mi blog cannabismedicinalargentina.blogspot.com donde encontrarán las fuentes de dichos estudios.

Al poner el acento en la personificación y demonización de la droga y el “combate” de la “guerra contra las drogas”, se desvía la atención de una posible solución más compleja, basada en la prevención, la inclusión social mediante la educación, el trabajo, el libre acceso a la información, la justicia social, salud, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables. El origen de la adicción es multicausal y una de las formas de intervenir sería mediante la corrección de los desajustes socioeconómicos de la sociedad contemporánea.

Pero aún en las condiciones ideales de vida, el ser humano recurre a determinadas sustancias (algunas de ellas prohibidas), por motivos diversos, desde narcisismo y disfrute estético, búsqueda de paz o de energía, o reconexión con lo espiritual o lo ancestral, como sabiamente consignó el doctor Calabrese el día de ayer.

Argentina es un ejemplo para el mundo en relación a la jerarquización y desarrollo de Derechos Humanos, el juzgamiento de los crímenes de la última dictadura cívico-militar, la procura de verdad, memoria y justicia. Es éste el momento donde el espíritu de los tiempos nos desafía a buscar nuevas formas de regular la relación de nuestros pueblos con las sustancias psicoactivas. Y es aquí donde Argentina, en virtud del resurgimiento de la política y el acrecentamiento de la autoconciencia nacional, tiene la oportunidad histórica de idear y producir políticas de drogas que den el marco a formas de relación más racionales, eficaces  y respetuosas de los derechos humanos.

Queda en uds la tarea de actuar de acuerdo a la razón, a la ciencia y a la voluntad del pueblo. Muchas gracias.



* Lic. en Kinesiología y Fisiatría, Docente auxiliar de la Cátedra de Farmacología en la Facultad de Kinesiología de UNSAM/IUGR. Autor de una tesina de grado, “Cannabinoides y síntomas neurológicos: ¿La pieza faltante en la farmacología clínica?” Secretario de AREC, y autor de artículos de divulgación científica sobre marihuana medicinal y los cannabinoides como medicina.







[1] Liang C, McClean MD, Marsit C et al. A population-based case-control study of marijuana use and head and neck squamous cell carcinoma. Cancer Prev Res. 2009;2:759-768.
[2] Rajavashisth TB, Shaheen M, Norris KC, Pan D, Sinha SK, Ortega J, Friedman TC.
Decreased prevalence of diabetes in marijuana users: cross-sectional data from
the National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) III. BMJ Open. 2012
Feb 24;2:e000494. Print 2012. PubMed PMID: 22368296; PubMed Central PMCID:
PMC3289985.



[i] "Sustancias cuya ingestión altera la mente y provoca estados de posesión extática y chamánica. En griego, entheos significa literalmente "dios (theos) adentro", y es una palabra que se utilizaba para describir el estado en que uno se encuentra cuando está inspirado y poseído por el dios, que ha entrado en su cuerpo. Se aplicaba a los trances proféticos, la pasión erótica y la creación artística, así como a aquellos ritos religiosos en que los estados místicos eran experimentados a través de la ingestión de sustancias que eran transustanciales con la deidad. En combinación con la raíz gen-, que denota la acción de "devenir", esta palabra compone el término que estamos proponiendo: enteógeno. C.A.P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, R.G. Wasson y J. Ott, Journal of Psychedelic Drugs, vol. II, núms. 1 y 2, enero-junio 1979"